La navegación a vela es una de las actividades más antiguas que conoce la humanidad. Los fenicios 2700 años a.C. ya eran expertos navegantes y reconocidos constructores de barcos. El ser humano siempre busca ampliar sus límites y el mar no fue un obstáculo para aventurarse en aguas desconocidas para luego abrir nuevas rutas comerciales. Hay historias y mitos fascinantes que se relataron entorno a célebres navegantes y piratas.
Los barcos llegaron a mi vida desde muy pequeño, mi mamá viajaba todos los fines de semana para trabajar en un club náutico, pero en esos años no tuve la suerte de navegar. Solamente los veía desde la costa con añoranza y esperando sin suerte que alguien me invitara a subir a una embarcación. Realmente nunca le tuve miedo al agua, por el contrario me siento atraído por todo tipo de actividades acuáticas.
Hace unos años contraté paquetes en un par de cruceros y me animé a hacer el cruce del Océano Atlántico desde Brasil hasta Italia en un viaje de 20 días. Tuve la alegría y el disfrute de compartir esta experiencia con mi mamá y amigos. Si bien no se puede comparar con la emoción de un velero impulsado por el viento, disfruté cada momento de esa experiencia naútica que es más cercana a un hotel all inclusive, pero quién se puede quejar por eso.
En el 2022 comencé en el Club Mendoza de Regatas un curso de navegación a vela, con la certeza de estar cumpliendo el sueño de aquel niño que veía los barcos desde la costa. Me encontré con un entorno muy bien dispuesto a enseñar y compartir horas de navegación. El profesor Luis Rossi ha sido para mí un gran referente y un amigo que sabe transmitir su pasión por los veleros a sus alumnos. Quiero reconocer que todo esto fue posible gracias a que el club pone a disposición en el Embalse El Carrizal los barcos de la escuela para que los interesados sumemos horas de navegación.
Gracias a la propuesta del profesor he tenido la suerte de salir a navegar en aguas abiertas. Hemos navegado en el Río de la Plata en el trayecto desde Buenos Aires a Colonia del Sacramento y Punta del Este, en Uruguay. Ambas travesías nos han permitido aplicar los conocimientos aprendidos en el curso y rendir el examen para obtener la licencia de timonel de yate a vela y motor que emite la Prefectura Naval Argentina.
También junto al profesor Rossi tuve la oportunidad de navegar a vela en las costas de Paraty e Isla Grande, en Brasil y recorrer las costas de Split, Croacia. La posibilidad de alquilar un velero y planificar un itinerario a elección de un pequeños grupo de personas es impagable. Podés detenerte en pequeñas playas, casi desiertas, que muchas veces son inaccesibles desde tierra.
He mirado con mucha atención canales de YouTube y cuentas de Instagram de personas que han elegido vivir en su velero. Es todo un desafío, este estilo de vida tiene sus dificultades cotidianas y logísticas, pero estoy seguro que el contacto con la naturaleza es increíble, en algún momento lo voy a hacer. Por lo pronto espero sumar horas de navegación y me gustaría trabajar algunos meses en el sector náutico. Los mantendré al tanto.