Cantar para expresar emociones

La música y el canto en particular como todo arte es claramente subjetivo. La música es un gusto que compartimos con amigos, que disfrutamos cuando bailamos y que en más de una oportunidad ha sido motivo de discusión entre jóvenes y ancianos, es que la música no se hereda, tiene un claro componente generacional que hace todos tengamos gustos musicales diferentes.

En mi casa siempre se escuchó música, me acuerdo que sonaba la música de Palito Ortega o Leo Dan y fueron los primeras músicas que yo cantaba en casa. Me cuenta mi mamá que mi abuelo era un gran cantante de peñas folclóricas y entre copas de vinos compartía la música con sus amigos en juntadas familiares. Si la música se aprende o se hereda, seguramente está presente en esos genes.

Cuando tenía 10 años me incorporé al coro municipal de niños, nos enseñaban obras muy simples, para cantar a dos voces. Tuvimos la suerte que el coro consiguió un financiamiento para pagar una fonoaudióloga que nos enseñó las primeras herramientas para el uso de la voz. Prácticamente aprendimos jugando y la pasamos muy bien. Cuando ingresé a la secundaria decidí alejarme del coro infantil y hoy pienso que mi historia con la música hubiese sido diferente si hubiese seguido cantando durante la adolescencia.

Luego de un prolongado abandono de la actividad por casi 30 años en el 2017 me volví a incorporar a un coro, en este caso el del Club Mendoza de Regatas. Rápidamente me integré, como si no hubiese dejado de cantar ni un solo día, hice amigos y disfruté de lo maravillosa experiencia de compartir con otros jóvenes coreutas. Viajamos, cantamos en distintos eventos y hasta grabamos un video en plena pandemia, a la distancia, cada uno desde su casa.

En paralelo comencé a tomar clases con el profesor Rubén “Tato” Caparotta, profesor de canto lírico muy reconocido en la provincia de Mendoza. Pacientemente me ha enseñado muchas técnicas para el uso de la voz y me permitió aprender algunas arias de ópera bastante difíciles y exigentes. Por suerte es un camino en el que siempre se puede aprender algo nuevo, tomar nuevos desafíos.

Hoy formo parte del Coro Municipal de los Viñedos de Rivadavia, Mendoza y tengo el desafío de volver al lugar donde aprendí las primeras herramientas de canto y apoyar la actividad en la ciudad que me vio crecer. También he participado en proyectos con el Coral Víctor Volpe, Coral Santa María y Coro Anima Vocis en Desenzano del Garda, en Italia.

Mi eterna duda es si en algún momento lo podría haber estudiado música en forma profesional, seguramente era una posibilidad en mis 20’s. Por suerte hoy puedo disfrutar de una actividad que me gusta, que disfruto y poder recibir los aplausos del público

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